Ubicado en el corazón de la Isla de Chiloé, el Parque Tepuhueico es un tesoro natural de 20.000 hectáreas, custodiado por una familia durante seis generaciones. Originalmente conocido como Fundo Quilán, este paraíso verde adoptó su nombre actual en honor a la dedicación a la conservación que ha definido su historia.

La conexión de la familia con estas tierras comenzó en el siglo XIX con el explorador escocés Robert Christie McPhee, quien prestó servicios de exploración al estado de Chile. Como propietario del Fundo Quilán, enseñó a los habitantes locales técnicas de lavado de oro aprendidas durante la fiebre del oro en California, contribuyendo a la economía del pueblo de Cucao.

En 1940, Otto Sahr Christie, nieto de Robert, adquirió el Fundo. Introdujo ganado en la hasta entonces inaccesible costa occidental, el que pronto se transformó en animales salvajes. La recolección anual de sus crías y la exploración de la costa se convirtieron en un rito de iniciación para los jóvenes de Cucao, destacando la importancia de estas faenas en su vida, como bien se describe en “Cucao: Tierra de Soledades” de Lotte Weisner (2003).

En 1985, Patricio Aguirre Sahr, tataranieto de Robert, asumió la gestión del fundo. En 1990, enfrentó una difícil decisión cuando una empresa forestal francesa ofreció una suma considerable para el terreno. Optó por preservar el Parque, vendiendo una porción para financiar la construcción de infraestructura turística: caminos, puentes, senderos y un hotel en medio de la selva. Su visión fue ver el potencial turístico de Chiloé para mantener el Parque y beneficiar a las comunidades locales, integrando el turismo como fuente de conservación.

Hoy, Martín Aguirre, hijo de Patricio, dirige el parque, continuando el legado familiar con dedicación. El Parque sigue siendo un refugio para especies endémicas y un destino vital para los visitantes de Chiloé. La familia Aguirre continúa trabajando para preservar este rincón prístino del mundo para las generaciones futuras.